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El “coste” que le representa a cada persona con diabetes, y a sus familiares (o entorno más próximo), el diagnóstico de la enfermedad – como recordaremos la diabetes tiene tres características: crónica (que no se cura), persistente (para toda la vida), y requiere inexcusablemente una participación activa en el tratamiento por parte de quien la “soporta”,- son unos costes que no se pueden calcular fácilmente ni cuantificar en términos numéricos.

La diabetes no aparece en la vida de una persona como si no pasara nada. En todos los casos significa una ruptura con la vida anterior, así como un nuevo planteamiento del futuro. En el caso de que el “nuevo” diabético sea un niño, no muy consciente de real significado del diagnóstico, los que pasan por el proceso de asimilación y adaptación a la nueva realidad son los padres y los familiares más cercanos.

En el proceso de adaptación a la enfermedad aparecen diferentes reacciones emocionales y el tiempo en superarlas es muy variable según cada persona.

La condición de diabético provoca un impacto en el estado anímico del paciente, en su entorno familiar, laboral y social. La importancia de este impacto dependerá fundamentalmente de tres cosas: la edad en el momento del diagnóstico, el apoyo del entorno familiar y la capacidad del individuo para afrontar los acontecimientos adversos.

 Para tener en cuenta: 
  • La adaptación a la diabetes en un proceso largo y variable en cada persona.
  • Es imprescindible confiar en el equipo de profesionales que va a seguir y a tratar su enfermedad.
  • Saber pedir ayuda cuando ésta es necesaria.
  •  Estar en contacto con la asociación de diabéticos puede ser un apoyo muy valioso.

 

Fuente:  http://www.fundaciondiabetes.org/box02.htm

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